Muchos tendrán la idea de
que Roger Federer vive por y para el tenis, que sus días transcurren dentro de
las canchas de los lugares que suele visitar. Pocos podrían imaginarse al
suizo, en cortos, y sin una raqueta en su mano.
Sin embargo, el hoy
considerado 'mejor tenista de la historia del deporte blanco' tiene gustos
comunes y corrientes, que rompen con los paradigmas de lo que se llegaría a
pensar es su única pasión: el tenis.
Tan exacto como los relojes
que se producen en su país es la puntualidad que caracteriza a Federer. Desde
muy niño sus padres, Lynette y Robert, ella sudafricana y él suizo, le
inculcaron esta cualidad, que ha sido, según él mismo "vital en su diario
vivir".
Roger prefiere el entorno campestre al
ejecutivo. Fiel a las costumbres del lugar en donde nació, saca cualquier
excusa para viajar a su casa, ubicada en Wollerau, para atender a su vaca
Juliette, un regalo que le dio un aficionado suizo tras ganar el Torneo de
Gstaad (Suiza), pese a que siempre se ha identificado con el león y el tigre,
sus animales favoritos.
Aunque es muy estricto con sus
entrenamientos, les saca tiempo al golf, el esquí alpino y el fútbol -es
seguidor del Basilea F.C.-, actividades que complementan sus extensas y agotadoras
jornadas.
En sus viajes, al menos uno semanal, porque
siempre está inscrito en algún torneo del circuito de la ATP, o por sus
múltiples compromisos con la Fundación que lleva su nombre y que promueve,
desde el 2003, el deporte entre los jóvenes desamparados en Suráfrica, no puede
faltar en su reproductor la música del conjunto australiano AC/DC ni la del
cantante, compositor, multiinstrumentista y productor estadounidense Lenny
Kravitz, a quienes admira y, cada vez que puede y coincide en cualquier ciudad
del mundo, asiste a sus conciertos.
Entre las debilidades del suizo, la comida
ocupa el primer lugar, seguida por el consumo excesivo de los quesos italianos
y pasar largos ratos al frente de una pantalla de televisión jugando
PlayStation junto a sus mejores amigos, con quienes también comparte extensas
jornadas de cartas. Habla alemán, francés e inglés, además del dialecto
suizo-alemán.
Y tal vez lo que más extraña Federer es tener
tiempo para verse con su hermana mayor, Diana (29 años), quien se desempeña
como enfermera en un hospital de Basilea.Ahora, Federer está rodeado solamente de sus amigos y familiares. Desde el 2003, cuando el suizo rompió relaciones con la organización IMG, empresa de formación y representación de deportistas, creó su propia compañía (RF), en donde trabajan sus más cercanos allegados, y que debutó en el mercado con la fragancia 'RF-Roger Federer'
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