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viernes, 6 de noviembre de 2015

Su vida afuera de las canchas.

Muchos tendrán la idea de que Roger Federer vive por y para el tenis, que sus días transcurren dentro de las canchas de los lugares que suele visitar. Pocos podrían imaginarse al suizo, en cortos, y sin una raqueta en su mano.
Sin embargo, el hoy considerado 'mejor tenista de la historia del deporte blanco' tiene gustos comunes y corrientes, que rompen con los paradigmas de lo que se llegaría a pensar es su única pasión: el tenis.
Tan exacto como los relojes que se producen en su país es la puntualidad que caracteriza a Federer. Desde muy niño sus padres, Lynette y Robert, ella sudafricana y él suizo, le inculcaron esta cualidad, que ha sido, según él mismo "vital en su diario vivir".
 Roger prefiere el entorno campestre al ejecutivo. Fiel a las costumbres del lugar en donde nació, saca cualquier excusa para viajar a su casa, ubicada en Wollerau, para atender a su vaca Juliette, un regalo que le dio un aficionado suizo tras ganar el Torneo de Gstaad (Suiza), pese a que siempre se ha identificado con el león y el tigre, sus animales favoritos.
Aunque es muy estricto con sus entrenamientos, les saca tiempo al golf, el esquí alpino y el fútbol -es seguidor del Basilea F.C.-, actividades que complementan sus extensas y agotadoras jornadas. 
En sus viajes, al menos uno semanal, porque siempre está inscrito en algún torneo del circuito de la ATP, o por sus múltiples compromisos con la Fundación que lleva su nombre y que promueve, desde el 2003, el deporte entre los jóvenes desamparados en Suráfrica, no puede faltar en su reproductor la música del conjunto australiano AC/DC ni la del cantante, compositor, multiinstrumentista y productor estadounidense Lenny Kravitz, a quienes admira y, cada vez que puede y coincide en cualquier ciudad del mundo, asiste a sus conciertos.
Entre las debilidades del suizo, la comida ocupa el primer lugar, seguida por el consumo excesivo de los quesos italianos y pasar largos ratos al frente de una pantalla de televisión jugando PlayStation junto a sus mejores amigos, con quienes también comparte extensas jornadas de cartas. Habla alemán, francés e inglés, además del dialecto suizo-alemán.
Y tal vez lo que más extraña Federer es tener tiempo para verse con su hermana mayor, Diana (29 años), quien se desempeña como enfermera en un hospital de Basilea.

Ahora, Federer está rodeado solamente de sus amigos y familiares. Desde el 2003, cuando el suizo rompió relaciones con la organización IMG, empresa de formación y representación de deportistas, creó su propia compañía (RF), en donde trabajan sus más cercanos allegados, y que debutó en el mercado con la fragancia 'RF-Roger Federer'





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